A Magdalena

Mis lágrimas bebiendo, de rodillas
Me acerqué silencioso a tu ataúd:
Iba a rogar por ti, pero a tu vista
Olvidé las plegarias que sabía,
Pues toda mi alma la llenabas tú.

Y entonces comprendí que están en fiesta
Saliéndote en el cielo a recibir,


Sabiendo que una voz amiga y nueva
Ya el coro de los ángeles completa;
Y así, no rogué a Dios, te rogué a ti.

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