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Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesion de luces.
¡Perdoname, Senor: ¡que poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.

Y no se que olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
¡Si echan de menos algo, aqui se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no se con que puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mia.

Hoy no ha venido nadie;
¡y hoy he muerto que poco en esta tarde!
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