Amor Y Miedo

Cuando te huyo y cauto me desvío
Del fuego ardiente que te cerca, oh bella,
Dices contigo, suspirando amores:
—'; Oh Dios! ¡ qué hielo, qué frialdad aquella!'.

¡ Cuánto te engañas!, mi amor es llama
Que se alimenta en el voraz secreto,
Si de ti huyo es porque te amo loco...
Bella eres —mozo soy; tienes amor— ¡ yo miedo!.

Tengo miedo de mí, de ti, de todo,
De la luz, de la sombra, del silencio y las voces,
De las hojas resecas, del llanto de las fuentes,
Y de las horas largas que pasan tan veloces.

El velo de la noche me atormenta,
La luz del alba entumece mis senos,
Y al viento fresco del caer la tarde,
Me estremezco de crueles recelos.

Es que ese viento que en el campo —le jos,
De la cabana el humo vago gira,
¡Soplando un día tornaría incendio
La llama viva que tu risa aviva!

i Ay! Si abrasado crepitase el cedro,
Cediendo al rayo que tormenta envía,
Di: —¿ qué sería de la plantita humilde
Que a su sombra tan feliz crecía ?

La llamarada que se enrosca al tronco
Tostara igual la planta y el racimo ;
La pobre nunca revivir podría
¡Aunque lloviese paternal rocío!
II

Si al calor de la siesta yo te viese,
Temblar mi mano al fuego de las tuyas,
Ajado el blanco traje, ¡ y los cabellos,
Sueltos sobre la espalda alba y desnuda!...

¡ Ay! Si te viese, Magdalena pura,
A medias reclinada sobre el lecho,
Ojos cerrados, voluptuosa y dulce,
Laxos los brazos, ¡ palpitante el seno!...

¡ Ay! Si te viese en languidez sublime
Y protestando con acento trémulo,
Y del pudor las rosas virginales
¡ Tiñendo el rostro, sollozando un beso!...

Di: —¿qué sería de la pureza de ángel,
Del candor de la frente y de las alas ?
—Tú te quemaras, al pisar descalza,
—Loca muchacha— ¡ sobre un piso de ascuas!

¡ En fuego vivo entero me abrasara!
Ebrio y sediento en la fugaz vorágine,
Vil, destrozara con mi dedo impuro
¡ La dulce flor de virginal guirnalda!

Vampiro infame, devorara en besos
La inocencia que tu labio encierra,
Y tú serías en el lascivo abrazo
Un ángel enlodado en cieno de la tierra.

Luego... despierta en el febril delirio,
—Tristes los ojos— cual vano lamento,
Preguntarás: —¿qué fue de mi corona ?...
Y yo diría: —¡ deshojóla el viento!...

¡ Oh, no me llames corazón de hielo!
Me traicioné en el fatal secreto.
Si de ti huyo es porque tanto te amo,
Bella eres —mozo soy; tienes amor— ¡ yo miedo

Rate this poem: 

Reviews

No reviews yet.