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Mis Versos Van Revueltos Y Encendidos

Mis versos van revueltos y encendidos
Como mi corazón: bien es que corra
Manso el arroyo que en el fácil llano
Entre céspedes frescos se desliza:
Ay!: pero el agua que del monte viene
Arrebatada; que por hondas breñas
Baja, que la destrozan; que en sedientos
Pedregales tropieza, y entre rudos
Troncos salta en quebrados borbotones,
¿Cómo, despedazada, podrá luego
Cual lebrel de salón, jugar sumisa
En el jardín podado con las flores,
O en la pecera de oro ondear alegre
Para querer de damas olorosas?

Inundará el palacio perfumado

Otoño

La druídica pompa de la selva se cubre
de una gótica herrumbre de silencio y estragos;
y Cibeles esquiva su balsámica ubre,
con un hilo de lágrimas en los párpados vagos…

Sus cabellos de místico azafrán llora Octubre
en los lívidos ojos de muaré de los lagos
Las cigüeñas exodan. Y los búhos aciagos
ululúan la mofa de un presagio insalubre…

Tras de la cabalgata de metal, las traíllas
ladran a las casacas rojas y a las hebillas…
El cuerno muge. Todo ríe de austera corte.

El abuelo Silencio trémulo se solaza…

Labrador, El

Cual si pluguiese al Diablo—vaya un decir—engorda
el granero vecino con la triple cosecha
Y aunque él jura y zuequea, esta arcilla maltrecha
sigue siendo madrastra o que realmente es sorda

Mas con todo: ¡“Aires rubios!”—tesonero barbecha—,
y bien que el medro esquivo no es una vaca gorda,
a Dios gracias la era patrimonial desborda…
cuanto para ir capeando la estación contrahecha.

Y mientras el probable rendimiento calcula,
con un pan de la víspera entretiene su gula…
Sabe un gusto a consorte en la masa harto linda,

Soneto

Al quitártela Dios llevó la vista
de tus ojos y sólo, aquí, en la senda,
te dejó sin broquel que te defienda
la invalidez. Mi pecho se contrista.

al verte así perdido en esta pista
en que los corredores van sin rienda,
y habrán de atropellarte, sin que entienda
nadie tu voz. Que yendo a la conquista.

del marchito laurel de la victoria
miran la liza sólo. Pesadumbre
es para ti la vida: triste noria.

Mas cuando compasiva muerte alumbre
tu vida, al fin, Dios te dará la gloria
de ver a la que fue tu dulcedumbre.

Sur le Refus du Tableau, La Mort de Bailli, Par le Jury

Laisse-moi, Boulanger, dans ta douleur profonde
Descendre tout entier par ses noirs soupiraux;
Laisse immiscer ma rage à ta plainte qui gronde;
Laisse pilorier tes iniques bourreaux;
Laisse-moi sur leur front clouer l'ignominie,
Les traîner sur la claie au banc du carrefour,
Tribunal plébéien, d'où la fourbe est bannie,
Où l'on jette pourvoi des arrêtés de cour!
Car il est temps enfin qu'au soleil on flétrisse
Ces courtisans flairant au cul de tout pouvoir,
Ces ouvriers déchus, à la figure actrice,
Que la haine et les sous peuvent seuls émouvoir!

En un Álbum

Te vi una vez de niña;
me pareciste flor de primavera
o capullo de rosa que exhalase
su virginal esencia.

Ahora dicen todos
que eres mujer bella…
¡Quiera Dios que en el lecho de las vírgenes
por largo tiempo en largo sueño duermas!

¡Que es el sueño más dulce
que duermen las hermosas en la Tierra!

¡Aturde la confusa gritería

¡Aturde la confusa gritería
que se levanta entre la turba inmensa!
Ya no saben qué quieren ni qué piden;
mas embriagados de soberbia, buscan
un ídolo o una víctima a quien hieran.

Brutales son sus iras,
y aun quizás más brutales sus amores;
no provoquéis al monstruo de cien brazos,
como la ciega tempestad terrible,
ya ardiente os ame o fríamente os odie.

A Mi Padre

Padre: en las reclas luchas de la vida,
Cuando mi pobre voluntad flaquea,
¿Quién, si no tú, me alienta en la caída?
¿Quién, si no tú, me ayuda en la pelea?

Todo es mentira y falsedad y dolo,
Todo en la sombra por la espalda hiere;
Sólo tu amor ¡oh, padre! tu amor sólo
No tiene engaño, ni doblez, ni muere!

En mi conciencia tu palabra escucho,
Conmigo siempre por do quier caminas;
Gozas si gozo; cuando sufro mucho,
Sin que yo te lo diga, lo adivinas.

¡Ay! ¿Qué fuera de mí sin tu consuelo?
¡En este mundo mi ventura ¡oh, padre!

Mula, La

¡Carretero de bronce! Ya no encones
las ancas de tus mulas desangradas;
tú que llevas también en tus pulmones
las huellas de cien cruces arrastradas.

Yo no sé qué siniestras emociones
en sus carnes están encarceladas;
y a tu aullido de alcohol, sus corazones
ofician subterráneas carcajadas…

Por las calles, eternas pasajeras
de monótono rumbo y acre tufo,
retornan, como sombras pordioseras.

¡Desarma tu interés…! ¡Ya el sol naufraga,
y en tus espaldas signa en tono bufo
una lonja rubí, como una llaga!